Este es el texto que ha escrito nuestro socio Francisco José López Gonzalez-Camaño en su blog «http://tanquedetormentas.blogspot.com.es/»  en el que describe la crueldad del día a día que sufren multitud de animales en nuestro país. En nuestras manos está cambiar esta situación. Luchemos unidos por estos seres indefensos, ya que nosotros somos su única alternativa.

«Esperaba bajo la lluvia, sentado, con las orejas levantadas y la mirada perdida. Era de noche cuando llegamos a la gasolinera y los coches lo esquivaban, él no los temía. Esperaba sin inmutarse, con perseverancia, sin duda mojado y arrecido. Me acerqué a la ventanilla para pagar el combustible y le pregunté a la empleada si estaba perdido. Afirmó con la cabeza, algo atribulada, y luego dijo: «aún no está muy delgado, lo dejaron aquí hace varios días». Añadió no sé qué cosa sobre otros perros, la mampara no me dejó oirla.

perrobajolalluvia

No había nadie en la cola, empezaba a hacer frío y por un momento no supe qué hacer ni qué decir. Mientras volvía al coche busqué al perro con la mirada y entonces él volvió la cabeza y me miró. Tragué saliva. La lluvia fina parecía no importarle, esperaba tercamente, con fidelidad perruna, al dueño que lo abandonó a su suerte junto a una autovía donde los coches pasan a más de ciento veinte. Imaginé que esperaba en el mismo sitio donde lo dejaron hace varios días con la confianza de que el amo esta vez sólo se retrasara un poco más que de costumbre.

Lo llamé, le dije algo cariñoso y mi compañero sacó del equipaje un tupper con restos de comida -arroz con pollo- que traíamos del fin de semana en la casa de la playa. Sus ojos cobraron vida y por fin se puso a cuatro patas. Se acercó con cautela, oblicuamente, pero sin perder de vista la comida. Mi compañero volcó nuestra cena en un plantío y el perro vino. Movía la cola y se pasaba la lengua por el hocico. A pesar del hambre acumulada temía acercarse demasiado; hasta que mi compañero no se retrajo el perro no tocó la comida. No éramos su amo, no nos conocía, éramos dos extraños en la noche que hacíamos cosas imprevistas.

Cuando volvimos al coche con una pizca más de alivio vimos a lo lejos a otro perro escarbando en las basuras. Luego, mientras conducía, pensé en la suerte de nuestro perro y en el alma negra de los amos sin compasión ni agradecimiento y en la angustia animal de una espera sin conciencia del tiempo y en la llovizna inadvertida. Y ya en la cama, a punto para el sueño, volví a ver su cara, la cara de ese perro que esperaba obstinadamente, sin desmayo, bajo la lluvia.»

 

Podéis seguirlo en este enlace:

http://tanquedetormentas.blogspot.com.es/2012/05/esperar-bajo-la-lluvia.html